DEBES ENCONTRAR ESO QUE AMAS



Dos días antes del evento he decidido la ropa que voy a utilizar en mi presentación. He seleccionado el traje, el color de la camisa y la corbata. Yo mismo me encargo de tenerlos listos llevando con anticipación la ropa a la tintorería.
La noche previa al evento procuro leer de nueva cuenta mis anotaciones, practico la disertación unos 30 minutos y me grabo con mi celular para después corregirme. Cuido en no desvelarme y antes de ir a dormir veo alguna película que me inspire. Me declaro fanático del cine.
El día del evento me levanto muy temprano para ir a correr y si el tiempo me lo permite, también asisto al gimnasio para hacer mi rutina. El ejercicio me ayuda a liberar la tensión y aclara mis ideas. Desayuno fruta y tomo algún jugo, no como nada que sea pesado y termino disfrutando un café con el que vuelvo a repasar las notas de la conferencia, seminario o curso que voy a dictar. Junto a mi gusto por el cine y los libros, está también el placer de disfrutar un buen café.
Llego con por lo menos 30 minutos de anticipación a la inauguración del evento para evitar cualquier contratiempo en el tráfico. Habiendo llegado al lugar donde voy a hablar veo el escenario, recorro el lugar y lo hago mi amigo. Veo con entusiasmo como poco a poco va llegando el público. Reservo un espacio de tiempo para agradecer personalmente a los organizadores la invitación y me voy a algún lugar para perderme entre el público. Ya no leo,  reflexiono un poco y valoro lo afortunado que soy por tener la oportunidad de escribir y de hablar  ante diferentes personas. Mi padre me dijo alguna vez que saber hablar me daría siempre un lugar especial entre las personas. Lo confirmo cuando veo al público y escucho sus aplausos. Me compromete que alguien se acerque a mí y me diga que leer mi libro le dio herramientas que le están ayudando a trascender en la vida. Me entusiasma saber que alguna nota, frase o video de mis redes sociales esté ayudando o inspirando a alguien. Mi vida consiste en comunicar.
Escucho mi nombre y se hace un silencio que parece eterno. En esos momentos el corazón se acelera y mi mente me dice “estás preparado, lo harás bien, esto es lo que amas y no estás solo”, después de la presentación me observo en medio del escenario y comienzo a hablar. Las ideas fluyen siguiendo el orden del discurso, las metáforas aparecen con facilidad y los argumentos se articulan de forma coherente para dar credibilidad a lo que digo, llega el momento más fuerte de la presentación y me concentro en hacer de mi disertación un diálogo en donde debo entregarle algo útil al público.  Los años me han enseñado a dialogar con el corazón de las personas. También he aprendido que la disciplina y el trabajo duro siempre dan frutos.
Concluyo mi participación y vivo el aplauso del público. Lo hago luchando contra el ego y la vanidad. Mi padre me enseñó a actuar con humildad y a saber perder y ganar en la vida. El aplauso es una escala que me dice en que debo mejorar y si tuve la concentración suficiente de entregarme al público. Los aplausos pueden ensordecer y los hágalos cegar. Quien habla en público debe aprender a observar y escuchar todas las reacciones del público.
Concluyo el evento y me retiro emocionado y satisfecho. Busco algún lugar para comer, ya que ha pasado la tensión el hambre aparece y exige ser atendida. Busco alguna librería y selecciono algún título que me resulte interesante. Después de hablar siempre me gusta obsequiarme algún libro.
Me retiro a mi hogar y el recuerdo de mi padre me dice que necesito mejorar, que nunca debo dejar de aprender y que en la vida el esfuerzo siempre rinde frutos. Estoy en mi escritorio escribiendo sobre las tareas de la semana y meditando sobre algún nuevo artículo o video. En las paredes están mis libros, el pizarrón, las mesas de trabajo y la cafetera. Es el aula en donde imparto mis cursos y al mismo tiempo es el refugio de mis reflexiones.  Escucho a la distancia la risa de mi hijo y en ese momento me quito la armadura del conferencista y me asumo como el padre. Me levanto para ir con él y volver a ser niño.
Antes de salir del aula recuerdo el discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford. Cuando lo escuché por primera vez movió muchas cosas dentro de mí. Ese discurso aparece en mi libro Habla en Público Exitosamente. Una de sus frases de ese discurso dice “debes encontrar eso que amas”. Cierro el salón y me siento feliz de saber que he logrado encontrar eso que amo. Vivo haciendo lo que me apasiona y eso me permite ser inmensamente feliz.
¿Y tú ya encontraste eso que amas?

Fernando Valdez Zainos. 

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