Hablar en Público ¿Para qué?

Hablar en Público
¿Para qué?


Los enemigos de la oratoria
son los tartamudos de la conciencia.
Pensar y expresarse son parte de la vida
indivisible y única.

Maestro José Muñoz Cota


La palabra es una llave universal que puede abrir todas las puertas que nos propongamos. La capacidad de comunicarnos con claridad y elegancia, genera en la persona que habla una imagen de  éxito y liderazgo.

Son muchas las personas que admiran a los pocos que saben hablar. La palabra nos saca del anonimato en el que se encuentran sumergidas las masas y nos coloca en los reflectores de la tribuna. El orador es objeto de admiración y respeto.

Por el contrario, cuando la persona que habla lo hace de forma desordenada, con una voz apagada y balbuceante, el orador es presa de las burlas y risas del público. Es triste pero real, el público a veces olvida a los que habla bien, pero nunca olvida a los que hablan mal.

Por ello es importante que quien aspira a trascender en la vida política, empresarial, social o intelectual, sepa hablar en público exitosamente. La palabra es poder y no tiene límites.

Ser líder implica desarrollar una serie de habilidades, competencias y talentos, con los cuáles al paso del tiempo, el líder-orador se vuelve un referente obligado en los temas en que se desarrolla, logrando que sus opiniones sean escuchadas con atención y respeto. Un líder no puede permanecer mudo, por el contrario, todo líder debe ser necesariamente un gran comunicador.

Hablar en público eficazmente nos permite comunicarnos con claridad para lograr nuestros objetivos. También nos ayuda a generar relaciones sociales que al paso del tiempo, se vuelven ventanas de oportunidades para alcanzar horizontes de desarrollo y crecimiento personal.

Un buen comunicador defenderá con pasión sus ideas y así evitará que terminen en el bote de la basura. La comunicación oral nos llevará a desarrollar habilidades sociales. Las personas que saben hablar público logran volverse grandes conversadores y desarrollan un imán de atracción social. Sus relaciones públicas se incrementan y generan oportunidades que impactan en el desarrollo de su vida personal y profesional.  

Seguramente el diálogo más importante de un orador es el que realiza consigo mismo. Un buen comunicador es aquel que logra transmitir sus mensajes con naturalidad y sencillez. El discurso no debe estar plagado de tecnicismo o palabrería que genere distancia y frialdad entre el que habla y los que escuchan.

Cuando un orador se siente bien consigo mismo desarrolla  una autoestima alta y conoce la plenitud que otorga la libertad de pensamiento. Por eso hablar en público es libertad, plenitud y salud emocional.

En cambio, cuando las palabras se ahogan en el silencio de la impotencia y el temor, las personas caminan con el resentimiento de no verse reconocidas por sus ideas y talento.

Avanzan con la cabeza agachada y los puños apretados por la insatisfacción de tener que ser ignorados por la incapacidad de compartir a través de la palabra sus conocimientos, ideas y aspiraciones.

Por ello aprender el arte de hablar en público nos permitirá transformar nuestras vidas de forma extraordinaria. La persona que logra avanzar con seguridad hacia la tribuna se vuelve dueña de su destino y se transforma en guía y líder de las multitudes. El reconocimiento, la admiración y el respeto, acompañarán permanentemente a la persona que ha decidido romper el silencio y abandonar el anonimato de las multitudes para transformase en líder.

¿Para qué hablar en público?

Para transformar al mundo con el poder de la palabra. 


Fernando Valdez Zainos.


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